El Árbol de la Vida

Antes de seguir con el descubrimiento de Dunn es necesario decir que las medusas cuentan con el sistema nervioso más sencillo y básico de toda la biología. Se trata de una red nerviosa compuesta de neuronas bipolares y multipolares (protoneuronas) capaces de conducir los impulsos eléctricos en ambos sentidos. No cuentan con ningún centro nervioso y, por hacer una comparación muy a mi estilo, yo diría que es comparar la sencillez cableado eléctrico de tu casa (las luces, los enchuches, los interruptores) con la complejidad electrónica del ordenador que estás usando para leer esto.

Parece, por tanto, que las láminas y libros de texto en los que la esponja es anterior a la medusa, han quedado obsoletos. Podemos ir a nuestro profesor de biología y decirle lo equivocado que está y que se ponga al día en http://blables.blogspot.com, que la Evolución no siempre tiende hacia la complejidad sino hacia la especialización del mejor adaptado. Si yo fuese ese profesor, me vendría a la cabeza la siguiente pregunta: ¿y cuándo se supone que apareció la primera medusa? Desafortunadamente la medusa tiene uno de los cuerpos más frágiles y delicados que existen (sus tejidos no se han fosilizado) de modo que no hay manera de fechar su aparición con exactitud.

Con este descubrimiento, podríamos decir que el sistema neuronal del Blable es más complejo que el del iTER y, extrapolando las conclusiones de Dunn, la especie depredadora no tendría por qué ser anterior a la complejidad del Blable. Con un poco de sentido común, uno podría pensar que si el iTER es anterior a su presa, debería haber sido herbívoro en un primer momento. La solución más plausible (siempre intentando aplicar el modelo de Dunn, claro) es que el pacífico Blable hubiese mutado hasta dar como resultado a un depredador más simplificado como el iTER y ahí es donde encontré la solución a mi problema anterior entre lo correcto y lo divertido. El Blable estará solo como especie en Lirondo y por mutación aleatoria, irá adquiriendo nuevas funcionalidades o complejidad genética. En una de esas mutaciones, daré la oportunidad a la especie de convertirse en otra, los iTERs, aunque con una posibilidad realmente pequeña, no vaya a ser que ahora todos los Blables se me acaben convirtiendo en depredadores.
El problema lo tenemos resuelto, ahora podré centrarme en la reproducción sexual del Blable teniendo claro que, en uno de esos “emblarazos”, el resultado podría ser un iTER. El dilema ahora es, ¿cómo puedo hacer que esa posibilidad sea lo suficientemente pequeña como para que los Blables inexorablemente no se acaben convirtiendo en iTERs pero lo suficientemente grande como para que exista la posibilidad de que, por lo menos uno, exista en un periodo razonable de tiempo?
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