Comida Galgo

miércoles, 8 de julio de 2009

Caminante no hay camino

Imagino que el día en que los científicos inventen algo para burlar la muerte yo ya no estaré vivo. Y será una lástima verdaderamente. En realidad, se dice que el 99,9% de los organismos que han vivido alguna vez están muertos. A nivel humano, como especie, aparecimos hace unos 150.000 años y, desde entonces, no hemos parado de reproducirnos.

Issac Assimov hizo unas reflexiones al respecto:
“Si la población terrestre continúa duplicando su número cada treinta y cinco años (como lo está haciendo ahora) cuando llegue el año 2.600 se habrá multiplicado por 100.000 (..) ¡La población alcanzará los 630.000.000.000! Nuestro planeta sólo nos ofrecerá espacio para mantenernos de pie, pues se dispondrá únicamente de 3 cm2 por persona en la superficie sólida, incluyendo Groenlandia y la Antártida. Es más, si la especie humana continúa multiplicándose al mismo ritmo, en el 3.550 la masa total de tejido humano será igual a la masa de la Tierra.
Si hay quienes ven un escape en la emigración a otros planetas, tendrán materia suficiente para alimentar esos pensamientos con el siguiente hecho: suponiendo que hubiera 1.000.000.000.000 de planetas habitables en el Universo y se pudiera transportar gente a cualquiera de ellos cuando se estimara conveniente, teniendo presente el actual ritmo de crecimiento cuantitativo, cada uno de esos planetas quedaría abarrotado literalmente y sólo ofrecería espacio para estar de pie allá por el año 5.000. ¡En el 7.000 la masa humana sería igual a la masa de todo el Universo conocido!
Evidentemente, la raza humana no puede crecer durante mucho tiempo al ritmo actual, prescindiendo de cuanto se haga respecto al suministro de alimentos, agua, minerales y energía. Y conste que no digo "no querrá", "no se atreverá" o "no deberá": digo lisa y llanamente "no puede". “
(Isaac Asimov, Introducción a la Ciencia, Basic Books, 1973)

Parece una divertida coincidencia que Asimov escribiese eso justo el año en que nací. En cualquier caso y sin osar a repasar los cálculos del sr. Issac (y debería en realidad) parece que, como especie, tendríamos que empezar a tomarnos en serio la regulación poblacional. No estoy hablando de las políticas desarrolladas por China (que no conozco pero que suenan fatal y yo me creo todo lo que sale por la tele) pero sí tal vez algún tipo de mecanismo que permitiera a nuestra especie vivir con cierta harmonía en el planeta y no comportarnos como un virus que arrasa con todos los recursos sin pensar (porque no tiene la capacidad) en las consecuencias. Parece que nuestro cerebro, ese órgano del que tan orgulloso nos sentimos y tan diferentes nos hace pensar que somos respecto al resto de especies, tal vez no sea lo suficientemente inteligente como para llevarnos al éxito evolutivo y permitirnos sobrevivir.

Hoy he dado un paso importante con los Blables gracias a la revelación de los muros en los límites de Mondo Lirondo. En estos momentos las Blables hembras ya se mueven y toman sus decisiones perfectamente. He puesto en marcha la animación (hoy no pondré video) y he podido ver un mundo lleno de movimiento, de Blabes buscando alimento, esquivando los depredadores y afanados en tomar siempre la mejor decisión posible en pos de su supervivencia individual.
Pero algunos no lo han conseguido; algunos consumieron toda su energía en busca de alimento sin conseguirlo y murieron. Mondo Lirondo no tenía recursos para toda la población inicial que metía en la simulación y, de forma natural, morían los individuos con menos suerte y que no encontraron alimento a tiempo. Curiosamente los que sobrevivían (un ridículo 5%) del total, eran todos Blables hembra. Hice varias pruebas y siempre salía el mismo resultado: sólo perduraban las hembras. Curioso, casualidad o predeterminación? Ni idea, sólo sé que así es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El ordenador que se negaba a morir

Hoy se cumplen cuatro años exactos que encendí por primera vez un pequeño ordenador que tenía olvidado por casa, que le instalé el cliente ...